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domingo, 28 de octubre de 2012

Tema 1 Hª España: El siglo XVIII español


TEMA 1  LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII.

Durante mucho tiempo esta centuria fue una época menospreciada, considerada como gris, tributaria del pensamiento extranjero e infiel a las tradiciones patrias. Actualmente está siendo objeto de una importante reivindicación. Ello es debido no sólo a la labor de los hispanistas extranjeros sino también a la historiografía española tradicional, que descubre nuevos aspectos en el estudio de este siglo.

El siglo XVIII supone para España una época de profundos cambios. El primero de ellos es el cambio de dinastía. Muerto Carlos II de Habsburgo sin descendencia, llegan los Borbones, procedentes de Francia. Esto supuso en primer lugar una guerra internacional y una guerra civil. Asentados los Borbones en el trono español, comienza la etapa de reformas que llevan al centralismo y a la desaparición del sistema dual de los siglos XVI y XVII. Todo ello acompañado de la afirmación del absolutismo monárquico mediante el Despotismo Ilustrado, la filosofía de la Ilustración y, desde el punto de vista cultural, los últimos elementos barrocos y la aparición de un nuevo estilo artístico, el Neoclasicismo. En este aspecto cabe destacar la presencia de uno de nuestro mejores y más universales artistas, Francisco de Goya, testigo de los avatares políticos de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

 
La familia de Felipe V, por Van Loo.

A.- EVOLUCIÓN POLÍTICA.

El siglo XVIII comienza y termina con graves contiendas: la Guerra de Sucesión y la Guerra de Independencia. La primera supone la instalación en España de los Borbones. La primera mitad del siglo, el reinado de Felipe V, se caracteriza por el proceso de recuperación y reivindicación de los territorios italianos perdidos tras esta guerra. La segunda mitad del siglo (reinados de Fernando VI y Carlos III) se caracterizará por la expansión económica (sobre todo de Barcelona y Vascongadas) y la hegemonía política castellana. Además aparecen las primeras tensiones entre la minoría ilustrada, partidaria de profundas reformas políticas y sociales, y los estamentos privilegiados, partidarios de mantener sus prerrogativas propias del Antiguo Régimen.

1.- La Guerra de Sucesión (1701-1713).

Carlos II de Habsburgo, rey de España, muere en 1700 sin descendencia. Se plantea la cuestión sucesoria. España, a finales del siglo XVII, no era más que un reflejo de lo que había sido en época de Carlos I y Felipe II. Pero su herencia era todavía envidiable: Flandes, Milanesado, Sur de Italia.

Los principales pretendientes eran el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Inglaterra y Holanda deseaban una política de equilibrio en Europa que impidiese todo tipo de hegemonía por parte de un país concreto.

El rey Carlos II había otorgado testamento en favor de Felipe de Borbón, a quien el país aceptaría momentáneamente. Un Borbón en Madrid suponía un apoyo decisivo a Luis XIV de Francia y, por lo tanto, la el reconocimiento de la hegemonía francesa en Europa, por lo cual la sucesión a la Corona española va a degenerar en un conflicto internacional.

La Guerra de Sucesión (1701-1713) despejaría el dilema hegemonía francesa/equilibrio continental en Europa.

Inglaterra, Holanda, el Imperio, Portugal y Saboya formarán la Gran Alianza de La Haya para imponer al archiduque Carlos de Austria en el trono de España. En territorio peninsular, La Corona de Aragón, temerosa del centralismo borbónico, apoyará también al archiduque Carlos, mientras Castilla apoya a Felipe de Anjou.

Primero se desarrolla la guerra en Centroeuropa, donde las tropas austrobritánicas derrotan a las tropas francesas. El apoyo de Castilla a Felipe V permitió el triunfo de éste a partir de 1707 (en la victoria de Almansa; más tarde se producen las de Brihuega y Villaviciosa, en Guadalajara).

La muerte del emperador José I facilita la paz, pues su heredero era su hermano, el archiduque Carlos de Habsburgo o de Austria. Ahora Inglaterra y Holanda no quieren a un candidato austriaco en el trono de España pues Austria sería la potencia hegemónica en Europa.

La paz llega con los tratados de Radstatt y Utrecht. El primero sellaba la paz entre Austria y Francia. El tratado de Utrecht (1713) firmaba la paz entre Inglaterra, Holanda, Saboya y Prusia con Francia y era el que afectaba más directamente a España. Las cláusulas de este tratado son las siguientes:

·         El trono de España era para Felipe de Anjou, que gobernará como Felipe V, con él llegan los Borbones a España. Renuncia a sus derechos al trono francés.

·         España perdía posesiones en Italia (Nápoles, Cerdeña, Toscana, el Milanesado) y los Países Bajos españoles (actual Bélgica) en favor de Austria.

·         Gran Bretaña obtenía Gibraltar y Menorca, el monopolio del comercio de esclavos (el “tratado de Asiento”) y el “navío de permiso”, es decir, la facultad de fletar una vez al año un barco a América con productos ingleses sin pasar por el control de la Casa de Contratación, que tenía el monopolio del comercio las colonias americanas. Había comenzado el principio del fin del Imerio español que culminaría con los hechos de 1898.

·         Cesión a Portugal de la colonia de Sacramento (Uruguay).

La Guerra de Sucesión tiene una doble dimensión. A nivel internacional, supone la lucha entre dos bloques, uno dirigido por Gran Bretaña que pretende mantener el equilibrio europeo y ve con preocupación la futura unión de España y Francia (pues Felipe V era heredero también del trono francés) y el otro dirigido por Luis XIV que pretendía una hegemonía francesa en Europa.

A nivel interno, es la primera vez que una guerra europea afectaba directamente al suelo peninsular, convirtiéndose, por lo tanto, en una guerra civil entre los distintos territorios del reino.

Los tratados de paz reflejaron los resultados de la guerra: a nivel interno suponía el triunfo de los Borbones. A nivel externo, el triunfo era para la Alianza de La Haya, confirmando el fracaso de la idea de Luis XIV de crear una Europa dominada por los Borbones.

2.- El Despotismo Ilustrado.

Es un tipo de monarquía absoluta, en la que el rey continúa teniendo todo el poder, pero gobierna siguiendo los principios de la filosofía de la Ilustración.

La frase que define este período es “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, que explica cómo las nuevas ideas que el movimiento ilustrado expandió desde Francia por Europa y América, impulsó a reyes y gobernantes a efectuar reformas que cambiaron la vida cotidiana en todos sus aspectos, pero in valorar el peso de costumbres y tradiciones en una sociedad poco formada que se aferraba a su sistema de vida.

Los reyes y ministros ilustrados del Siglo de las Luces dedicaron su interés y esfuerzo a mejorar las condiciones económicas, culturales, sociales y morales de sus súbditos. Para ello sometieron a la Iglesia al poder del Estado (regalismo), iniciaron políticas de proteccionismo a la agricultura, a la ganadería y el transporte, mejorando las redes viarias. Se reformaron la justicia, la administración y la hacienda públicas. Se abrieron centros de instrucción pública, escuelas de oficios, se crearon Academias y las Sociedades Económicas de Amigos del País, para proteger el patrimonio cultural y difundir los principios de la Ilustración.

Los reyes españoles del Despotismo Ilustrado fueron Felipe V y Fernando VI quienes se dejaron aconsejar por ministros ilustrados; Carlos III cuyo reinado supone una afirmación de este tipo de monarquía y bajo el que se llevan a cabo importantes cambios e iniciativas; Carlos IV, cuyo gobierno se convierte en un Despotismo ministerial, al delegó la labor de gobierno en su ministro Godoy (actuó como un auténtico valido).

3.- La monarquía de los Borbones en España.

a) El reinado de Felipe V (1700-1746).

Nieto de Luis XIV de Francia. Casado con Mª Luisa de Saboya (hijos, Luis y Fernando) e Isabel de Farnesio (hijos Carlos y Felipe). Con él se inicia la dinastía de los Borbones en España. La política de sus primeros años de reinado se caracteriza por la influencia francesa y la reforma en la administración y la Hacienda.

A la muerte de su primera esposa, la política se caracteriza por el irredentismo mediterráneo: la tentativa de recuperar los territorios del Mediterráneo cedidos a otros países por el Tratado de Utrecht. Una política alentada por Isabel de Farnesio, segunda esposa del rey, que se preocupó de recuperar los territorios cedidos a Austria en Italia para establecer en ellos a sus hijos Carlos y Felipe.

La alianza con Francia en relación a la política exterior se plasmó en la firma de los Pactos de Familia. Los dos primeros se firmaron en el reinado de Felipe V y el último con Carlos III.

El Primer Pacto de Familia (1733) entre Luis XV y Felipe V, siendo ministro José Patiño, durante la Guerra de Sucesión al trono de Polonia, que finalizó con el Tratado de Viena (1738), que permitió al primogénito de Isabel, Carlos, ocupar el reino de Nápoles y Sicilia.

El Segundo Pacto de Familia (1743) permitió al segundo hijo de Isabel, Felipe, hacerse con los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla.

Además, en política interior, Felipe V introdujo un nuevo modelo de estado centralizado, a la manera francesa, basándose en la eliminación de los fueros de los antiguos reinos que conformaban España y estableciendo un modelo legal único a través de los Decretos de Nueva Planta (aspecto que  veremos en el apartado de las reformas).

b) El reinado de Fernando VI (1746-1759).

Hijo de Felipe V y Mª Luisa de Saboya, sucedió a su padre, después del segundo reinado de éste (tuvo un paréntesis en 1724, durante el brevísimo reinado de Luis I). Casado con la princesa portuguesa Bárbara de Braganza, no tuvo descendencia.

Su política exterior se caracterizó por el pacifismo y la neutralidad, después de deshacerse de la influencia de su madrastra Se mantuvo neutral pese a los intentos de ingleses y franceses de conseguir su apoyo durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763).

Para fortalecer la economía del país contó con dos buenos ministros: José de Carvajal (anglófilo) y el Marqués de la Ensenada (francófilo), que revitalizaron, entre otras cosas, el ejército y la marina española, bastante mermadas tras la Guerra de Sucesión. A su muerte, le sucedió su hermanastro Carlos III, que se trasladó desde Nápoles.

c) El Despotismo Ilustrado de Carlos III (1759-1788).


Carlos III, por Mengs

Con la firma del Tercer Pacto de Familia (1761) España participó en la última fase de la Guerra de los Siete Años, que finalizó con la Paz de París. España recibió la Luisiana francesa y cedió la Florida a Inglaterra y la colonia de Sacramento (Uruguay) a Portugal.

Durante su reinado, se produjo la sublevación de las colonias inglesas de Norteamérica (Guerra de Independencia de los Estados Unidos). Carlos III apoyó a los sublevados que consiguieron su independencia. Con la Paz de Versalles (1783) España recuperó Florida, Menorca y la colonia de Sacramento, pero no pudo recuperar Gibraltar.

Carlos III realizó una profunda labor reformadora: obras públicas, desarrollo del comercio, la agricultura y la industria. Para ello se apoyó en ministros como Esquilache (italiano), Campomanes, Aranda y Floridablanca.

Las reformas de Esquilache molestaron a la aristocracia y al alto clero. El deseo de cambiar la indumentaria tradicional, unido al malestar provocado por la presencia de ministros extranjeros en el gobierno, desembocó en el Motín de Esquilache (1766) que terminó con la expulsión del ministro y la llegada al poder del Conde de Aranda. La sospecha de que los jesuitas estaban detrás del estallido del motín supuso su expulsión de España, de las Indias, de Filipinas y de las demás islas del Pacífico en 1767.

El motín de Esquilache, 1766.

d) El reinado de Carlos IV (1788-1808).

Hijo de Carlos III y su esposa Mª Amalia de Sajonia. Pronto se deshizo de los ministros de su padre y encumbró a un simple guardia de corps, Manuel Godoy, favorito de la reina Mª Luisa de Parma. A Godoy se le considera el primer dictador de los tiempos modernos. Se trata de un Despotismo Ministerial, pues el poder para ejercer las reformas no lo ejerce el rey sino su primer ministro.

El Despotismo ministerial de Carlos IV se enfrentó con algunas intentonas revolucionarias y con elementos descontentos de la nobleza que se agruparon a lado del futuro Fernando VII. Más adelante aparecerá la figura de Napoleón.

En su política exterior, este reinado coincide con la Revolución Francesa. La política exterior estuvo condicionada por la dependencia de Francia y por los continuos enfrentamientos con Gran Bretaña y acabó teniendo resultados desastrosos, que culminaron con la invasión napoleónica.

Nota: Ampliación en el primer epígrafe del tema siguiente.

B. LAS REFORMAS DE LOS BORBONES.

1.- Reformas políticas:

a) El Centralismo: los Borbones buscaron la unificación política. Con el centralismo de cuño francés se persiguió una administración más eficaz, un mayor control de la Hacienda y la eliminación de la diversidad jurídica. Se suprimieron las aduanas interiores, lo que fomentó el comercio, mucho más con la posterior libertad comercial con las colonias.

b) Los Decretos de Nueva Planta: con los Borbones triunfa el centralismo sobre el federalismo. Felipe V se encontró con una unión ficticia, pues cada uno de los reinos que formaban España tenía sus propias leyes e instituciones para su gobierno interno. Los fueros del reino de Aragón y de Valencia fueron abolidos con los Decretos de Nueva Planta, que impuso el modelo jurídico e institucional de Castilla en todo el territorio español. Se respetó la autonomía fiscal (fueros) de Navarra y del País Vasco por su apoyo a Felipe V en la guerra de Sucesión, pero el poder central introdujo funcionarios adeptos. Estos decretos establecen reformas en la administración territorial:

o    La máxima autoridad civil fue el capitán general, sin olvidar las Audiencias.

o    La máxima autoridad fiscal fue el intendente,

o    La máxima autoridad local fue el corregidor.

c) Administración del Estado: se crearon una serie de Secretarías o Ministerios: Estado, Gracia y Justicia, Guerra y Marina, Hacienda e Indias. Al frente de cada uno de ellos había un ministro: todos ellos formaban el Gabinete del Rey (antecedente del actual Consejo de Ministros).

Felipe V introdujo, mediante el Auto Acordado, la ley francesa respeto al orden sucesorio, prefiriendo la línea masculina a la femenina, en contra del sentir general de las leyes castellanas.

El regalismo: la relaciones entre la Iglesia y el nuevo estado borbónico. El Estado se declaraba protector de la Iglesia mientras controlaba sus actividades e intentaba ordenar su normativa interfiriendo incluso entre la Iglesia española y la Santa Sede. La práctica regalista del Estado español se reconoció en el Concordato de 1753. Este acuerdo permitía que pasaran a manos de la Corona una importante cantidad de recursos económicos procedentes de la explotación de las riquezas de la Iglesia española y el control efectivo sobre el clero hispano.

2.-Las transformaciones económicas.

a) La agricultura y la ganadería: siguieron ancladas en la tradición. El secano era la base de la agricultura en todo el país con el uso del barbecho.

Durante el reinado de Carlos III se produce una atención especial a la agricultura, gracias a la expansión de las ideas fisiocráticas y a que el crecimiento poblacional demandaba mayor producción de alimentos.

Se llevan a cabo nuevas roturaciones, se introducen nuevos cultivos (maíz en zonas del Cantábrico, arroz en Valencia), expansión del viñedo y del olivar.

Se realizan obras hidráulicas y de canalización (Canal Imperial de Aragón).

Se limitaron los privilegios de la Mesta: se aumentó la ganadería estante y los rebaños trashumantes pasaron a un lugar secundario.

Se llevan a cabo intentos de una reforma agraria, idea de Campomanes, pero sin los resultados esperados.

Quizás lo más llamativo sean las colonizaciones interiores, siguiendo directrices de Campomanes: se pensaba establecer las bases de una sociedad rural ideal que sirviese de modelo y acicate al resto del mundo campesino. A través del Decreto de Nuevas Poblaciones de se crearon las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. Se atrajo hacia esta zona de Andalucía a oblación centroeuropea siempre que fuese católica. La ejecución del plan se le encargó a Pablo de Olavide. Los resultados estuvieron lejos de los objetivos fijados.

Con la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País se fomentó la enseñanza técnica y agrícola.

b) Artesanía y manufacturas: España presentaba una artesanía poco avanzada donde los gremios controlaban todo el proceso de producción, calidad de los productos y precios. Además, la carencia de una buena red de transportes y la inexistencia de un mercado nacional imposibilitaba el desarrollo de una industria artesanal fuerte.

La preocupación de los monarcas llevó a la creación de las manufacturas reales para evitar las importaciones: destacan las de Guadalajara, Talavera de la Reina, Cervera, los cristales de San Ildefonso y los tabacos (Sevilla). Además se dio comienzo a una incipiente mecanización de la industria textil mediante la importación de los avances que se producían en Inglaterra. El proceso quedó interrumpido en la centuria siguiente por la Guerra de Independencia.

Se produce un aumento en la producción de hierro (ferrerías).

c) Transporte y comercio: se producen progresos importantes debido a la extinción de las barreras aduaneras interiores y a la abolición del monopolio de la Casa de Contratación en el comercio con las Indias. La sede se había trasladado de Sevilla a Cádiz (1717). Este monopolio se recuperará poco a poco a lo largo del siglo XVIII.


Imagen de la Virgen de los navegantes, antigua sede de la Casa de Contratación
 (Reales Alcázares de Sevilla)

Para cubrir las crecientes deudas del Estado se emitieron vales reales, de cuya emisión y gestión se encargó el Banco de San Carlos, primer banco oficial vinculado al Estado.

C. LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII.

1.- Demografía.

España conoce un importante crecimiento demográfico, sobre todo en la primera mitad de siglo. Se comienza el siglo XVIII con 7,5 millones de habitantes y se cierra con casi 11 millones. Se trata de una población eminentemente rural, en la que Madrid es el principal núcleo urbano. Las ciudades de la periferia experimentan un crecimiento debido al impulso marítimo y comercial de los Borbones (Cádiz, Málaga, Santander, Vigo y sobre todo Barcelona).

2.- Grupos sociales.

Durante el siglo XVIII pervive la división social característica del Antiguo Régimen: un grupo de privilegiados (nobleza y clero) y un grupo de no privilegiados (burguesía, campesinos y clases inferiores urbanas). Los privilegiados recaudan impuestos y los no privilegiados los pagan.

Esta es una división sencilla que esconde una realidad bastante más compleja.

a) Privilegiados: el grupo más destacado era la nobleza, que continuó con sus privilegios legales, controlando los primeros puestos del Ejército, de la Iglesia y de la alta burocracia. Recaudaba impuestos y rentas ejerciendo verdaderos monopolios y a veces dominando extensas zonas del país. Estos grandes nobles, hacia finales de siglo, están en franca decadencia.

Existe una nobleza baja o media formada por hidalgos y familias nobles menos importantes que el grupo anterior y en el que calan de forma notable los principios de la Ilustración y financian sociedades culturales y científicas.

b) Los estamentos no privilegidos:

Hay una burguesía que se va desarrollando paralelamente al crecimiento de las actividades económicas, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.

Se están formando un grupo de clases medias en el que se encuentran comerciantes, párrocos, funcionarios y miembros de profesiones liberales y oficiales del ejército.

Las clases inferiores están formadas por labradores (la parte más numerosa del país) y artesanos (logran aumentar sus salarios, a partir del reinado de Fernando VI y gozan de mejores condiciones de vida que los campesinos).

En el escalón más bajo estaban los grupos marginales formados por mendigos y gitanos que no gozaban de buena consideración pública.

D. CULTURA Y ARTE.

1.- Caracteres de la Ilustración española.

Lo peculiar de la Ilustración española radica en la compatibilidad entre crítica y Razón frente a la tradición cristiana y la pugna entre la minoría ilustrada frente a la masa reticente a cualquier cambio. Destacan intelectuales como:

a) El Padre Feijoo (1676-1764). Representa la tendencia crítica en sus obras de carácter enciclopédico. Pasa revista a las causas de la miseria espiritual de la época y las encuentra en la preocupación que reina en España contra todo lo novedoso. Sus obras más destacadas son “Teatro Crítico Universal” y “Cartas Eruditas”.

b) Enrique Flórez: en su obra “España Sagrada” sintetiza el esfuerzo de erudición para reconstruir la cultura española.

c) Pedro Rodríguez de Campomanes: se plantea los problemas que constituyen las metas esenciales del reformismo de Carlos III. Destacó por la lucha contra las supersticiones religiosas y por intentar que los jesuitas no controlaran la enseñanza, defendiendo los derechos de la monarquía frente a la Iglesia. Propugnaba la creación de las sociedades económicas del País.

d) Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): aborda en sus escritos múltiples cuestiones, sobre todo la reforma agraria. Forma parte del gobierno de Godoy.

Jovellanos, por Goya

Existe un gran interés por la instrucción pública: se crean las primeras escuelas fruto de la enseñanza obligatoria.

Se crean las Sociedades Económicas de Amigos del País para proteger el patrimonio y para desarrollar estudios técnicos y agrarios.

La preocupación por el arte y la cultura lleva a la creación de museos, observatorios y al estudio de la Ciencia.

Por último, hay una preocupación por el urbanismo y la limpieza pública, destacando la actuación del rey Carlos III sobre Madrid (creación de paseos, monumentos) que le ha valido el sobrenombre de “mejor alcalde de Madrid”.

2.- Arte del siglo XVIII.

El siglo XVIII se mueve entre dos polos: el arte refinado, frívolo, cortesano y juguetón del Rococó y la ordenación racional, lo simple y lo útil que propugna el clasicismo.

El Rococó español es un arte muy vinculado a modelos extranjeros, sobre todo franceses e italianos. La construcción más representativa de esta época es el Palacio Real de Madrid, proyectado por el arquitecto italiano Juvara y realizado por Sachetti en el s. XVIII.

El Neoclasicismo triunfa con Carlos III. Destacan Sabatini (Puerta de Alcalá y Ministerio de Hacienda), Ventura Rodríguez (catedral de Pamplona), Juan de Villanueva (observatorio Astronómico de Madrid y Museo de Ciencias, actual Museo del Prado).

Museo de El Prado, por Juan de Villanueva.

Otros edificios construidos por la incipiente industria española como la Fábrica de Tabacos de Sevilla (hoy Universidad).

Se produce un gran desarrollo de la arquitectura civil: fuentes, plazas y paseos que demuestran el interés por el urbanismo.

En escultura destaca Salzillo (escultor de origen napolitano establecido en España y autor de numerosos pasos procesionales) y en pintura Francisco de Goya y Lucientes (tránsito del siglo XVIII al XIX), cuya obra constituye un testimonio clave para entender la época de cambios que le tocó vivir. Antecedente del “expresionismo” es uno de los grandes maestros universales de la pintura.

 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Tema 3 Geografía de España: Caracteres generales del relieve español


Tema 3: Caracteres generales del relieve español.
Rasgos generales del relieve español. Formación y variedad litológica del relieve. Unidades de relieve en España. Prácticas del tema.
1.Rasgos generales del relieve español.

 
1. La elevada altitud media. España se encuentra a 660 metros de altura sobre el nivel del mar, altitud sólo superada en Europa por Suiza. Esta altitud no es el resultado de la presencia de altas cimas y de la existencia de grandes y elevadas cordilleras, sino de la existencia de un gran bloque central elevado, sólido y suavemente inclinado hacia el océano Atlántico: la Meseta
2. La disposición periférica de los relieves peninsulares, que ha de entenderse en relación con la Meseta y en relación con el contorno de la Península, en cuyos límites se encuentran las principales cordilleras españolas. Ambas circunstancias son responsables del aislamiento de la Meseta y de la escasa influencia marina en el interior peninsular. La Cordillera Cantábrica al Norte, el Sistema Ibérico al E, las Béticas al Sur.
3. La orientación dominante oeste-este de las unidades del relieve peninsular. Coincide con los paralelos geográficos y tiene claras consecuencias geográficas, relacionadas, por ejemplo, con la desigual distribución de las precipitaciones en el interior de la península.
4. La forma compacta y maciza de la península Ibérica. La ubicación periférica de los relieves y la orientación de sus unidades contribuyen a definir un contorno nítido de ángulos muy pronunciados que, salvo en Galicia, presenta pocas entalladuras.
Por todo lo anterior, la influencia marítima se reduce a una estrecha franja comprendida entre el mar y los sistemas montañosos adyacentes, lo que explica la continentalidad de los climas interiores; además, el relieve dificulta las comunicaciones entre las tierras del interior y los litorales, mientras que la elevada altitud sobre el nivel del mar y la existencia de pendientes pronunciadas repercuten negativamente en la agricultura.
2. Formación y variedad litológica del relieve.
El relieve actual de la península ibérica es resultado de una larga evolución geológica en la que se han alternado periodos de orogénesis (plegamientos herciniano y alpino) con otros de calma, durante la era secundaria, cuando predomina la erosión y la sedimentación.
 Evolución geológica de la península ibérica.
a)    Durante la era arcaica o Precámbrico (4000-600 millones de años) emergió una banda montañosa que comprendía casi toda Galicia y algunos puntos en el centro peninsular. Pero este macizo precámbrico fue arrasado y cubierto por el mar.
b)   Durante la era primaria o Paleozoico (600-225 millones de años) se desarrolló la orogenia herciniana. Del mar emergieron cordilleras, formadas por materiales como granito y pizarra: el Macizo Hespérico al oeste, los macizos Catalano-Balear y del Ebro al noreste y el Macizo Bético-Rifeño al sur, que luego comenzaron a sufrir la erosión.
c)    La era secundaria o Mesozoico (225-68 millones de años) supuso una fase de calma. La erosión siguió desgastando los macizos hercinianos y la sedimentación depositó abundantes materiales calizos (de origen marino, por las transgresiones marinas) en la parte oriental de la Meseta, entonces inclinada hacia el Mediterráneo.
d)   Con la era terciaria (68 -1,7 millones de años) llegó la orogénesis alpina, que causó fuertes cambios en la península:
·         Surgieron las cordilleras alpinas (Pirineos y Béticas).
·         Se formaron las depresiones prealpinas (Ebro y Guadalquivir).
·         La Meseta se vio muy afectada. Así, se inclinó hacia el Atlántico; se formaron sus rebordes montañosos (Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Sierra Morena); fruto de la presión tectónica y de la dureza de sus materiales, sufrió fracturas y fallas, por lo que unos bloques se elevaron y rejuvenecieron (Macizo Galaico, parte occidental de la C. Cantábrica, Sistema Central y Montes de Toledo) y otros se hundieron, creando depresiones interiores (submesetas norte y sur), también hubo alguna actividad volcánica (Campo de Calatrava, Ampurdán, Cabo de Gata).
e)     Durante la era cuaternaria (1,7 millones de años hasta hoy) los fenómenos más destacados fueron el glaciarismo (en las zonas más altas de la península) y las terrazas fluviales (por las intermitentes subidas y bajadas de los ríos por los cambios climáticos).
 
En la Península se distinguen tres grandes zonas litológicas, que se corresponden con áreas estructurales de formación e historia diferentes:

La IBERIA SILÍCEA (España Occidental) ocupa el tercio occidental de la Península: el zócalo de la Meseta, el Macizo Galaico, el Sistema Central, los Montes de Toledo y Sierra Morena más algunos puntos en la zona axial de los Pirineos, las altas cumbres de Sierra Nevada y núcleos aislados del Sistema Ibérico. Estructuralmente esta zona se corresponde con la Iberia de los macizos antiguos. Por tanto está formada por materiales paleozoico-hercinianos y algunos precámbricos como el granito, gneis, cuarcitas, pizarras, mármoles, etc. Este material da lugar a formas falladas, pero siempre muy erosionadas: penillanuras, mesetas.
La IBERIA CALIZA está formada por sedimentos mesozoicos que se plegaran en la era terciaria, los terrenos calizos forman en la península una Z invertida que se extiende por Pirineos, Montes Vascos, parte oriental de la Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, parte de la Cordillera Costero Catalana y las Cordilleras Béticas. Predominan las rocas calizas, aunque también abundan conglomerados, areniscas y margas.
Estructuralmente se corresponde con cordilleras modernas, formadas durante la orogenia alpina. Son relieves caracterizados por las grandes alturas y las acusadas pendientes y desniveles.
La caliza es una roca dura, de ahí que los ríos excaven profundas gargantas, pero también es una roca permeable, lo que origina un típico paisaje kárstico (estalactitas, estalagmitas, dolinas,…).
Modelado kárstico.
La IBERIA ARCILLOSA constituida por materiales sedimentados muy poco resistentes a la erosión como arcillas, margas, yesos, etc. que se depositaron a finales de la Era Terciaria y durante la Era Cuaternaria. El área arcillosa se extiende por las cuencas sedimentarias interiores del Duero, Tajo y Guadiana, y por las depresiones exteriores, Ebro y Guadalquivir, hoyas interiores de las Cordilleras Béticas, llanuras de la submeseta Norte y Sur y llanuras aluviales costero-mediterráneas.
El relieve arcilloso es básicamente horizontal de llanuras y páramos ya que son terrenos no afectados por plegamientos posteriores y se erosionan rápidamente por la blandura de sus materiales, por eso, en los medios semiáridos la erosión puede originar una densa red de barrancos conocidos como cárcavas y badlands
La topografía se caracteriza por un paisaje de suaves ondulaciones. Es el paisaje de campiña, terrenos arcillosos-arenosos, muy buenos para la agricultura, que tiene su modelo más representativo en las provincias de Córdoba y Sevilla.
3.Unidades de relieve en España.
Dentro del relieve peninsular se diferencian varios conjuntos morfoestructurales:
1.- Macizos antiguos: montañas de poca altura y formas redondeadas, restos de las cordilleras que se formaron en el plegamiento herciniano y que han sido muy desgastados por la erosión. En la parte occidental se han convertido en una penillanura de la que sobresalen los Montes de Toledo por su rejuvenecimiento alpino y sobre todo el Sistema Central. Estas formaciones tienen una litología silícea (granitos, pizarras, gneises, areniscas, cuarcitas) y una estructura de relieve fallado. Son el Macizo Galaico, Sierra Morena, Sistema Central, Cordillera Cantábrica occidental, Cordillera Catalana interior. También se incluyen los núcleos axiales de los Pirineos y Sistema Penibético, que aunque responden a esta estructura fueron rejuvenecidos en la orogenia alpina.
2.- Cordilleras del plegamiento alpino: alcanzan grandes alturas, presentan crestas afiladas, valles estrechos y profundos. Son las cordilleras que surgieron en el plegamiento alpino. Son cordilleras jóvenes por haber sido menos desgastadas por la erosión. Tienen una litología caliza y un relieve estructural plegado. Pertenecen a estas formaciones los Montes Vascos, la Cordillera Cantábrica oriental, gran parte de la cordillera ibérica, la cordillera Costero-Catalana, los Pirineos y Prepirineos y los Sistemas Béticos.
3.- Las unidades del relieve llano: llanuras formadas por sedimentos recientes que no han sido plegados. Corresponden con la España arcillosa y su estructura es horizontal o monoclinal. Son las depresiones exteriores del Ebro y del Guadalquivir y en el interior la Meseta castellana.
4.- Los paisajes volcánicos: presentan una morfología especial, con cráteres volcánicos, coladas de lava, calderas… Ocupan todas las islas Canarias, mientras que en la Península solo quedan algunos restos en Olot, Campo de Calatrava y Cabo de Gata.

 
La Meseta y sus unidades interiores. Desde el punto de vista geológico, la Meseta constituye el núcleo primitivo y la pieza fundamental del solar ibérico. Su altura media excede los 600 metros y se halla dividida en dos mitades por el Sistema Central. Al norte queda la submeseta septentrional, cuya altitud media supera los 700 metros; al sur se extiende la submeseta meridional, de altitud más moderada y dividida, a su vez, en dos mitades por los Montes de Toledo, que se interponen entre los ríos Tajo y Guadiana.
Los rasgos morfológicos de la Meseta derivan de su condición de viejo macizo surgido a finales de la Era Primaria y reducido a penillanura durante la Era Secundaria. El plegamiento alpino le afectó intensamente. Sus consecuencias fueron múltiples y pueden sintetizarse en las siguientes:
a)  Fracturación general e individualización en bloques, algunos de los cuales se elevaron y otros se hundieron.
b)  Plegamiento de los bordes exteriores.
c)  Basculamiento de todo el complejo hacia el océano Atlántico.
 
Las unidades interiores. El resultado final de la evolución orogénica analizada fue la individualización de unidades de relieve hasta entonces inexistentes en el interior de la Meseta, las cuales se concretaron en forma de cordilleras (Sistema Central y Montes de Toledo) o en forma de depresiones (cuenca del Duero y La Mancha).
El Sistema Central está formado por un rosario de sierras que se extiende en una alineación oeste-este. Destacan las sierras de Somosierra, Guadarrama, Gredos, Peña de Francia y, ya en Portugal, sierra de la Estrella. Entre unas y otras se interponen puertos o collados que facilitan la comunicación entre ambas submesetas.
 
Los Montes de Toledo tienen mayor entidad como cordillera. Su formación es similar a la del Sistema Central, aunque su complejidad geológica es mayor. Sus cumbres no sobrepasan los 1600 metros, destacando la sierra de Guadalupe.
 
Las depresiones y llanuras del interior de la Meseta, cuenca del Duero y llanura manchega, surgieron por el hundimiento del zócalo paleozoico y la colmatación posterior de las depresiones. Hoy son extensas planicies en cuyos horizontes aparecen salpicados cerros testigo u oteros.
 Paisaje tabular típico de la Meseta.
Los rebordes montañosos de la Meseta.
La Meseta está rodeada, por todas partes menos por el oeste, por cadenas montañosas que la envuelven y la aíslan de la influencia oceánica, confiriendo a las tierras un acusado carácter continental. Los rebordes que lo integran son:
El Macizo Galaico y los Montes de León. Su superficie está atravesada por redes de fallas, que han dado lugar a las rías. Dentro de la denominada dorsal gallega, su punto culminante es Cabeza de Manzaneda. En los Montes de León se conservan importantes huellas del glaciarismo (ej. el lago de Sanabria, el mayor de origen glaciar en España).
La Cordillera Cantábrica. Es el borde septentrional de la Mesta y se extiende desde Galicia hasta el País Vasco a lo largo de 600 Km. de cumbres alineadas junto al mar. Forma una muralla que dificulta la comunicación entre la costa y las tierras del interior, dificultando el acceso de las masas de aire húmedo al interior de la Península y marcando la división entre las Españas húmeda y seca.
Bajo su aparente unidad se oculta una gran variedad interna, distinguiéndose:
El sector occidental o asturiano, afín al Macizo Galaico, también surgió durante la orogénesis herciniana. Está formado por materiales paleozoicos (cuarcitas, pizarras) y otros del periodo carbonífero, época en la que se formaron las capas de carbón que justifican la explotación minera. Aquí se localizan los Picos de Europa.
 
El sector central de la cordillera, que se extiende sobre Cantabria. Está formado por materiales calizos del secundario plegados durante la orogenia alpina; son formas de relieve más suaves y de menor complejidad que las asturianas, aunque con cimas que sobrepasan los 2000 metros de altitud.
 
Los Montes Vascos marcan la transición entre la cornisa cantábrica y los Pirineos, presentan semejanzas con el sector central de la cordillera.
 
El Sistema Ibérico. El borde oriental de la Mesta se extiende desde el sur de la Cordillera Cantábrica  hasta el mar Mediterráneo, cerrando por el Este la cuenca del Duero y la llanura manchega. Se formó en el Terciario por el plegamiento de los materiales calizos depositados al Este de la Meseta. En su estructura se distinguen 2 partes:
  • La parte norte cuenta con importantes sierras (Demanda, Urbión), que suman a su importancia orográfica, su condición de núcleo dispersor de aguas hacia las cuencas hidrográficas del Duero y del Ebro.
  • El sector meridional de la cordillera es más ancho y de contorno y alineación menos precisos; en él se pueden distinguir dos ramas separadas por el curso del río Jiloca: una interior o meseteña y otra exterior o aragonesa.
Sierra Morena. Ocupa el borde sur de la Meseta. No es realmente una cordillera, sino un gran escalón entre la meseta paleozoica y la depresión del Guadalquivir. Por eso resulta mucho más airosa vista desde Andalucía.
Montañas y depresiones exteriores. Fuera de la Meseta se sitúan las unidades de relieve a las que, en razón de su posición geográfica, denominamos sistemas exteriores. Son cordilleras y depresiones cuya formación se inició a comienzos de la Era Terciaria. Las cordilleras surgieron por efecto de la orogenia alpina, que plegó e hizo emerger los sedimentos depositados durante la Era Secundaria. Las depresiones corresponden a las fosas alpinas establecidas entre los sistemas en curso de formación y el borde del zócalo paleozoico.
Se integran en dos grandes conjuntos: uno septentrional, formado por los Pirineos,, la cordillera Costero-Catalana y la depresión del Ebro; y otro meridional, integrado por las cordilleras béticas y la depresión del Guadalquivir.
Los Pirineos. Ocupan el istmo peninsular desde el golfo de Vizcaya hasta el cabo de Creus. Se extienden a lo largo de 435 Km. y forman una barrera montañosa robusta y compacta que constituye una frontera de clarísimas repercusiones geográficas.
En su interior se distinguen dos zonas:
  • El Pirineo axial. Es el núcleo y eje central de la cordillera. Se extiende longitudinalmente por una banda de materiales paleozoicos (pizarras, granitos) que son restos de un antiguo macizo herciniano desaparecido. Aquí están las principales alturas, ej. el Monte Perdido. Son frecuentes los valles y lagos glaciares.
 
  • El Prepirineo, que se halla adosado a su flanco meridional. Está formado por rocas calizas mesozoicas y se descompone en dos alineaciones montañosas separadas, a su vez, por una depresión longitudinal.
 
La depresión del Ebro. Comprende las tierras bajas del noreste peninsular. Su génesis y evolución geomorfológica están asociadas a los sistemas montañosos de su contorno. Inicialmente fue un brazo de mar cuya comunicación con el océano quedó interrumpida a medida que el plegamiento alpino elevaba los relieves ibéricos y pirenaicos. Desde mediados de la Era Terciaria quedó reducido a un lago en el que se depositaban los materiales que la erosión excavaba de las montañas recién formadas.
Los materiales transportados se depositaron selectivamente según su grosor, situándose los más finos en el centro de la depresión y los más gruesos próximos a la línea de costa. Luego, el proceso de erosión ha dado lugar a la aparición de mesas o muelas, mientras que en los bordes aparecen formas de relieve asociadas a potentes bancos de conglomerados y, en las zonas donde el roquedo es de naturaleza margosa o yesífera, las conocidas como malas tierras o bad lands.
La cordillera Costero-Catalana. Cierra la depresión del Ebro por el sureste. Está orientada de noreste a suroeste y se extiende a lo largo de 250 Km, entrando en contacto con los Pirineos y el Sistema Ibérico. Pese a su modesta condición como sistema montañoso, ofrece una complejidad notable.
Transversalmente, la cordillera está partida en dos unidades a la altura de Barcelona. La mitad norte está integrada por materiales antiguos paleozoicos (pizarras, granitos), mientras que la sur está formada por calizas.
Se divide en 2 alineaciones: la zona litoral, inmediata a la costa, donde destaca la sierra de Tibidabo, y otra interior, donde se encuentran las mayores alturas de (Montserrat, Montseny). Entre ambas hay una depresión o fosa tectónica, que se colmató con materiales terciarios y cuaternarios, formando un paisaje de suaves colinas y valles.
Los sistemas béticos. Se extienden desde el estrecho de Gibraltar hasta el cabo de la Nao. Son el mayor sistema montañoso de la Península y, probablemente, el de mayor complejidad geológica.
Surgieron en la segunda mitad de la Era Terciaria a medida que el plegamiento alpino, por desplazamiento de la placa africana contra el zócalo de la Meseta, comprimió los potentes bancos de sedimentos mesozoicos depositados en el mar de Thetis.
El núcleo de todo el sistema lo forma la denominada cordillera Penibética, que se levanta bruscamente ante el litoral y contiene las mayores alturas: Ronda y Sierra Nevada, entre otras. En la última está la mayor altura de la península, el Mulhacén (3478m).
Hacia el norte, y en contacto con la depresión del Guadalquivir, se desarrolla la cordillera Subbética. Tiene una clara orientación suroeste-noreste y se extiende por las sierras de Grazalema, Mágina, Cazorla, Segura y La Sagra. Entre sus materiales abundan las calizas y las margas, al amparo de las cuales se han formado amplias superficies carcavadas de malas tierras y espectaculares relieves cársticos, como el Torcal de Antequera.
Entre ambos conjuntos se sitúa la depresión o surco intrabético, una serie de depresiones interiores que se extienden desde Antequera hasta Baza, pasando por Loja, Granada y Guadix.
La depresión del Guadalquivir. Ocupa el espacio que se extiende entre las cordilleras béticas y Sierra Morena. Es una amplia depresión  en forma triangular abierta al océano Atlántico, del que recibe la influencia marítima. Inicialmente, la depresión fue un brazo de mar que recibió las aportaciones sedimentarias de las cordilleras béticas y de Sierra Morena.
Las formas más características de la depresión del Guadalquivir son sus campiñas, tierras llanas suavemente onduladas de explotación agraria; también las marismas, en el Parque Nacional de Doñana.

 
Los relieves insulares
Los archipiélagos ofrecen dos tipos de relieve claramente diferenciados. Las islas Baleares guardan una estrecha relación con el relieve peninsular, mientras que las Canarias son completamente independientes, tanto por su situación geográfica como por su carácter volcánico.
Las islas Baleares. Son la prolongación geográfica de la Península en el mar Mediterráneo a través del cabo de la Nao, ya que, excepto en la isla de Menorca, el archipiélago representa la continuidad de las cordilleras béticas; así lo acredita su estructura geológica, la naturaleza de sus materiales y la edad de formación.
En Mallorca, al noroeste se sitúa la sierra de Tramontana, que contiene la mayor elevación del archipiélago (Puig Major, 1445 m); al sureste se extiende la denominada sierra de Levante y, entre ambas, la llanura central.
La isla de Menorca se diferencia del resto del archipiélago por su vinculación con la cordillera Costero-Catalana, como se aprecia en sus formas y alineación.
Las islas Canarias. En el océano Atlántico, tienen un carácter volcánico compartido con otras islas del mismo océano, como Islandia o las Azores. Su origen se relaciona con las emisiones volcánicas de la Era Terciaria, a través de las fracturas existentes en la zona de fricción entre la placa africana y la corteza oceánica, y que han continuado hasta una época relativamente reciente.


Tienen como rasgo común su carácter montañoso. Se elevan desde las profundidades marinas hasta una altura considerable, lo que, unido a su limpia atmósfera, ha sido aprovechado para la instalación de grandes observatorios astronómicos. Su punto culminante es el Teide, que con 3710 metros es la cota más alta de España.
Presenta formas de relieve espectaculares. Entre éstas destacan las calderas y los cráteres volcánicos, los pitones de lava que la erosión ha puesto al descubierto (roques), o los malpaíses, resultantes de la solidificación de las lavas.
 

PRÁCTICAS TEMA 3

1. En el gráfico se representa un perfil topográfico de la Península Ibérica desde el Mar Cantábrico al Mar Mediterráneo. Analícelo y conteste a las preguntas siguientes:

a) Diga el nombre, y la letra correspondiente, de los sistemas montañosos que aparecen en el gráfico, ordenados en sentido Norte-Sur.

b) Diga el nombre, y los números correspondientes, de los ríos que aparecen en el gráfico, ordenados de Sur a Norte.

c) De los sistemas montañosos, diga, con letra y nombre, cuáles de ellos son:  interiores a la Meseta, exteriores a la Meseta y periféricos a la Meseta.



2. El mapa representa las unidades morfoestructurales de España. Analícelo y responda a las siguientes preguntas:

a) Relacione, con nombre y número, las unidades de relieve exteriores a la Meseta.

b) Relacione, con nombre y número, las unidades de relieve interiores y periféricas de la Meseta.

c) Partiendo de los tres principales tipos de roquedos de la Península, nómbrelos con los números que cada uno de ellos tiene superpuestos. ¿Qué rocas predominan en el 16?



3. Realizar un comentario del mapa con las litologías dominantes en la Península Ibérica indicando sus características geológicas (roquedo), modelado y localización.